Para pescar chocos se usa la “poteira”. Una herramienta llena de ganchos que deben hacer mucho daño al pobre choco que cojan. Claro que el choco va a ella por iniciativa propia, mientras que a esta las ropas van forzadas, nada atraídas, llevadas casi siempre...
Cuando los tendederos son monográficos, como este, suelen estar todas las piezas del mismo modo. En este no. Hay dos clases. Las dependientes, que necesitan asistencia de las pinzas, y las independientes. Estas últimas tienen algo cruel: más que tendidas, parecen ahorcadas. Pobres. Condenadas. Y ejecutadas....
Hay horas en las que todo se diluye. Se diluyen las formas, como se diluye la suciedad y el mal olor en la ropa lavada. También la ropa se diluye. Se diluye el mundo....
Esta clase de edificios suelen ser mudos de tan exquisitos que los pensaron. Como mucho admiten plantas, mejor si son de plástico. Que cuando dejan de lucir se tiran y se sustituyen por otras sin mancharse. Pero los edificios, son muy sociables, les gusta socializar, conversar....
Un ángel caído con su blancura inmaculada. La pinza no lo cogió bien o la mano sólo lo echó en la cuerda. Y ahí está. Dejado, caído, abandonado. Pero esa paloma al acecho...